lunes, 27 de septiembre de 2010

Miserables

Le he creído a muchos. Historias similares, con medios distintos para llegar al mismo fin. Muchos han destruido las rosas del jardín de aquel bien ornamentado hogar.

No siempre he jugado limpio, no siempre he ido a la iglesia, no siempre he tomado del mismo vino, pero siempre he creído, siempre he caído.

Miserables los casos hipotéticos que rondan el ser, miserables caballeros caídos, lanzados a la guerra sin saber.

Sin profundizar mis entrañas, la luz ha quedado impregnada en la piel, el matiz de esos ojos brilla en toda la habitación, mi cabeza muta y extraña tan admirable calidez.

Con los ojos cerrados, busqué el brillo de un ausente sabor a miel, el rojo vivo de la infinita conexión, los múltiples desmayos en euforia y placer. Pies dormidos, ardor, calor, suave sensación, dulce cariño. Este es mi cariño, cariño del bueno.

No hay comentarios: